MI HISTORIA
Mi vida comienza hace 40 años…aunque yo te voy a contar lo que para mí es el punto de inflexión más importante hasta ahora…
Con 33 años me diagnosticarón fibromialgía, eso fue en el 2012, no sabía ni lo que era, apenas podía pronunciarla cuando salí de la consulta del médico…allí estaba yo, con una hija de 8 años, divorciada y prácticamente sola…con un programa de radio que para mí era mi hobby y un trabajo de lunes a viernes en jornada completa.
Y ahora qué?
La vida me daba un bofetón lleno de dolor y cansancio…el cuerpo me pasaba factura y no sabía que había hecho mal o quizás había dejado de hacer…me di cuenta que mi cuerpo me pedía descansar, soltar, sentir transformar y aprender a ponerme en primer lugar.
Llego el momento de pensar en mí, no tenía de otra…luego de casi 2 meses en cama, deprimida y devastada por la frustración de la incertidumbre de lo que sería mi vida a partir de ese momento, tomé la decisión de no rendirme, una vez más mi decisión fue motivada por mi hija…aunque más adelante comprendí que era por mí.
Así comencé aprender sobre alimentación, transformé mis creencias y hábitos de muchos alimentos que consumía. Aprendí a escuchar a mi cuerpo, observar a mis pensamientos, la forma de hablarme, de juzgarme, la actitud que tenía ante la vida y con las personas, aprendí a meditar, a ser agradecida por la oportunidad que la vida me estaba dando porque podía ser peor, luego comencé hacer las pases con mi fortaleza física practicando deportes, acudiendo al gimnasio, andando…hasta que llegué a una clase de yoga…habían pasado 2 años desde el diagnóstico y la enfermedad no se había vuelto a manifestar.
Entonces, lo comprendí…mente, cuerpo, energía y espiritualidad….allí estaba sintiendo a mi cuerpo…observando mis pensamientos, sintiendo mis resistencias a las emociones…conectando con mi amor propio…fue una explosión por dentro que se reflejo fuera…volvieron los brotes de la fibromialgia, invitándome a enfrentarme con la verdad que había en mi corazón: rabia, tristeza, dolor, sufrimiento…todo lo que me llevó a implosionar y que no sabía como gestionar…
2 años de formación como profesora de yoga fue el camino que me llevó a darme cuenta que todo tiene un para qué…que nada es casualidad, tener una herramienta que me permitió conocerme, aceptarme, quererme, valorarme, y darme cuenta que la vida son 2 días y uno ya pasó.
Tener que lidiar con la sensación que el cuerpo ya no daba para más y que mi tiempo aquí ya estaba por terminar, me permitió sentir el agradecimiento por cada momento, desapegarme de todo cuanto creía tener y entregarme con la misma intensidad todos los días a lo que siento que mueve el propósito de mi alma.
Vivir con intención, disfrutar de la vida, dar lo mejor de mí, ayudar a otros dentro de mis posibilidades y desde el respeto de su camino.
Entonces doy gracias por cada persona, cada situación…entrego a la divinidad mi mente y mi cuerpo para que sean canal de manifestación de la fuerza del amor, encontrando paz en el silencio y la certeza que todo lo que ocurre siempre es lo mejor para mí, en perfecta armonía con mi entorno.